29.4.13

Urgencia onírica (o cómo registrar un sueño dormida)


Algunos recordamos los sueños, otros los olvidamos. A veces pensamos que están claros, hasta que pasan dos horas y se esfuman. En algunas ocasiones creemos que nos cambiaron la vida, pero la frágil memoria sabe más de prioridades que el corazón. Hoy me levanté aturdida, y aunque me pesaban los párpados hice un experimento: escribí lo que soñé, cual telegrama. Como lo sospeché, ahora lo releo y recuerdo apenas la mitad de lo que dejé en mi bloc de notas al atardecer. Decía así:

Al borde del río. En un auto, pero lancha. Se empieza a distorsionar. Caen las lanchas. como en un videojuego.
Una por el costado, la otra se hunde, casi chocamos por debajo, chorros que perforaban las cubiertas, levantamos una mujer del agua. Seguimos contra los obstáculos.
Hasta que zafamos, nos calmamos, volvemos.
Todo a la vera del río con la luna como reflector.
Y entonces se transforma en una sala de cine.
Todos los presentes de traje, blanco y negro.
Es un bar con mesitas, y hay un sector para el DJ.
La película se emite en una pantalla rectangular, de las chicas.
El director tiene bigote, está conforme, rueda con su cámara a la izquierda.
Al fondo las mesas, adelante nosotros, los de traje (porque no somos nosotros cuando soñamos) viendo que al final, todo salió bien.
A la derecha atrás debiera estar el rio, pero no sé dónde está.
Todos nos sacamos una foto, pero debió ser panorámica, somos demasiados.

Así escribo cuando estoy dormida. La urgencia onírica le ganó a los adornos.

Agu Miglio.-

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