30.11.09

Canción desesperada


El tiempo es uno de mis temas preferidos y probablemente sea el de 2/3 de la población mundial, sólo porque es uno de los fenómenos que nos roza a todos muy cerca. Ya oficialmente en Diciembre, comienzo a pensar en los propósitos que planteé a principio de año y que por supuesto, apenas releí esta semana. Entre aquellas palabras encontré muchas otras: pequeños textos con distintas fechas pero todos escritos entre las 4 y las 5 de la mañana. Frases repletas de adjetivos.

Es extraño pensar que sólo tengo un vago recuerdo de qué era lo que estaba pensando exactamente en ese instante, dato alarmante teniendo en cuenta que datan de un año atrás.

Son simplemente prófugas expresiones, se escaparon, se mudaron. Ellas han sido víctimas de mi maravillosa habilidad para desplazarlas. Porque lo que poco importa, fácil se olvida.

Sin embargo, ¿qué sucede cuando uno se da cuenta de que ha archivado recuerdos irreemplazables y claves en todos los cajones pero decidió desechar todos y cada uno de los que corresponden a un cajón en especial? Él está lleno de espejismos triviales, yo les di ese nombre.

Y los textos se quedaron, como aplacadas "canciones desesperadas", que aún hoy gritan desde el papel.

9.11.09

Dibujo libre


No tengo tiempo
No es el momento
Aún espero la oportunidad
No estoy segura
No sé lo que quiero
Mejor ir a paso de tortuga

El que no arriesga, no gana
La vida son tres días, ya pasaron dos
Viví cada día como si fuera el último
No me voy a sentar a esperar

Bendito sea aquel día en que las frases clichés con las que juega nuestro inconciente desaparezcan y podamos encontrar el equilibrio entre la impotencia y los saltos al vacío.

Cuando estábamos en primaria solían darnos un hoja, "consigna: dibujo libre", allí pintábamos con crayones lo primero que se nos ocurría. Sin embargo, no había nada que una nueva hoja no pudiera remediar. ¿Tiene sentido mancharla sin pensar, si no hay vuelta atrás? ¿Tiene sentido esperar y dejarla en blanco hasta que ya no podamos decorarla? Y como buenos seres humanos pensantes que somos, sabemos que ninguna de las dos premisas valen la pena.

Nuestra angustia consiste en realidad en el hecho de que siempre realizamos nuestro dibujo libre. Pero tiene errores y aún más importante, siempre nos parecerá incompleto.

Porque el blanco asusta.
Nos asusta el tiempo.
Nos asusta la libertad.


Agu Miglio.-


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Descubriendo la cotidianidad.
Reflejando
su magia en cada trazo.
El
arte color vainilla. ]