8.3.09

"Cosas maravillosas, terribles y extraordinarias"


"Tener un monstruo palpitante y mordiente alojado en un lugar tan íntimo como un bolsillo tal vez pueda asustar a algunos. Pero no a Inés. Inés le da la bienvenida. Porque Inés, tan flaquita y silenciosa, tan titubeante, tan pequeña, tiene un deseo muy grande (un deseo que apenas si le cabe en el cuerpo) de que le sucedan cosas Maravillosas, Terribles y Extraordinarias. Un monstruo personal, secreto, privado, es justo lo que andaba necesitando. Sin embargo, convivir con un monstruo nunca es fácil... y el de Inés parece decidido a no abandonarla..." - Graciela Montes- .

Recuerdo que leí aquel libro titulado "Tengo un monstruo en el bolsillo" cuando la primaria transitaba su recta final. Lejos de las corridas, con recuerdos que viven como fiel huella y muchos que huyeron bajo el rótulo de lección aprendida.
Inés era tan sólo una niña, que aunque llena de inseguridades, llevaba dentro la curiosidad que brilla buscando nuevos horizontes y colores.
Los años pasan y sin embargo, nosotros continuamos esperando que sucedan "cosas maravillosas, terribles y extraordinarias". Quizás preferimos suprimir las terribles, ya que el tiempo cansa y la paz se hace esperar.

Que alguna de aquellas canciones del disco que nos despertó siendo chicos suene inesperadamente en la radio con consolidada personalidad. Un viaje que cambie el curso de los acontecimientos de la mano de capuccinos, calles pintorescas y bufandas enredadas. Descubrir que el mundo día a día resulta ser más pequeño cuando se trata de hallar personas. Estar en el momento y el lugar correcto y conseguir el trabajo de tus sueños. Cruzar su mirada exactamente seis años después, preguntarse qué guarda tras las pupilas y por qué el destino quiso que las interroguemos una vez más. Que luego de nueve décadas el aguanieve cubra la ciudad como un mensaje. Que un comentario aislado en las primeras aulas sea el pie de grandes conversaciones para ahuyentar las lágrimas.
Caminar durante horas sintiendo el agua del mar acariciando los dedos, perderse entre pensamientos y llegar a destino a las seis en punto. Que mariposas, nombres, direcciones, números y encuentros pasen a formar parte de la larga lista de las casualidades. Reír a carcajadas, porque su camino está muy lejos de chocar tus pasos. Levantar la mirada cuatro meses después y afirmar que "nunca" no existe.

Como aquel episodio en el que el mismísimo John Howell encontró el cuento titulado "Instrucciones para John Howell" de Julio Cortázar. Mientras que el relato del escritor describía una particular escena, sorprendentemente parecida a una de las vivencias del hombre, aún sin conocerlo, John había escrito un cuento que ubicaba a Cortázar en la ciudad de París. Cruzando historias con sutil e inexplicable precisión.

Es así como aún esperamos que la vida nos sorprenda y nos lleve más allá de las fronteras. Nos permita conocer los secretos del alma. Nos cruce con quienes serán los pilares de nuestra fuerza y voluntad.
Aguardamos, a veces pacientes y otras desalentados. Transitamos las calles tejiendo nuestro futuro con ordenada diligencia, pero
ansiando que el día menos pensado sucedan "cosas maravillosas, terribles y extraordinarias".

Agu Miglio.-


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